viernes, junio 09, 2006

Día 21. Matan a un asesino.



EEUU bombardea a Al Zarqawi, uno de los terroristas más sanguinarios de la historia.

No era un guerrillero ni luchaba contra los invasores estadounidenses por la "liberación" de Irak. Era un terrorista, sin más. Organizaba atentados en las colas de hombres sin trabajo ante las oficinas de empleo de Bagdad. Ordenó un atentado suicida contra un camión de soldados mientras repartían caramelos a los niños. Decenas de niños muertos y apenas unos pocos soldados heridos.

De su muerte se alegra el Gobierno de EEUU, el Gobierno democrático de Irak, los iraquíes, y me alegro yo.

Supongo que iré al infierno. porque a gente como esta ni le ofrezco el perdón ni le pongo la otra mejilla.

Dicho queda.

6 comentarios:

vitio dijo...

Yo también me alegro. Lo que más llama la atención es la reacción del PSOE, que dice que ha sido una muerte "simbólica". Pues que se lo digan a los familiares de los asesinados por éste terrorista.
Un saludo, Ortega.

Miguel Ángel dijo...

Yo también me alegro, esperadme en el averno.

Jesús dijo...

La desaparición de la faz de la tierra de un terrorista es motivo de alegría para todos. El verdadero problema es que el odio que se ha generado en Irak no se puede erradicar con bombas.
Desgraciadamente Al Zarqawi ya ha sido sustituido

Anónimo dijo...

Te veré allí, a ver si nos ponemos morenos...

Anónimo dijo...

La desaparición de un violento siempre es buena noticia, aunque preferiría que no fuera, precisamente, de forma violenta.

Sólo me cabe la duda de si os alegrará igualmente el día que llegue la muerte del señor George Bush, responsable de muchísimas más muertes inocentes que Al Zarqawi.

Gonzalo Varo Ortega dijo...

Considero que hay una pequeña (gran) diferencia entre Bush y Zarqawi.

Bush ordena bombardeos a zonas militares o de actividad terrorista, no con la intención de matar civiles. No se puede comparar el que muera un niño por un error en un bombardeo estratégico a que ese niño salte por los aires porque un terrorista ha tenido la intención expresa de matarle.