miércoles, abril 19, 2006

Un Mundo Feliz.3.Bernard y Lenina.

Bernard Marx es un hombre raro y solitario. Tiene una estatura baja, lo que le hace parecer de casta inferior en lugar de un alfa. Debido a su peculiaridad, y además a que conoce los condicionamientos a los que fue sometido, ha logrado desarrollar cierta individualidad, criticando incluso en ocasiones al sistema. Esas críticas, aunque muy medidas por su parte, le habían provocado problemas. Por su parte, el hecho de tener una vida privada, demasiado privada, en la que no seguía las directivas oficiales de aprovechamiento del tiempo libre le había llevado a una situación de marginación. Tenía muy pocos amigos y vivía con la preocupación constante por el riesgo que corría de ser desterrado por su excesivo individualismo.

A Bernard le gustaba mucho una de sus compañeras de trabajo, Lenina Crowne. Lenina es una mujer de su tiempo, en absoluto preocupada por su individualidad, sino, como le han enseñado, por hacer su papel dentro de la Comunidad. Lenina es feliz. Decidió dar una oportunidad a Bernard porque le gustan los retos…y porque Bernard prometió llevarla a visitar una Reserva Salvaje, donde podría ver por primera vez gente sin civilizar.

En una cita anterior al viaje a la Reserva, Bernard mostró a Lenina sus “rarezas”:

- Quiero poder mirar el mar en paz -. Me hace sentirme como si... - vaciló, buscando palabras para expresarse -, como si fuese más yo, ¿me entiendes? Más yo mismo, y menos como una parte de algo más. No sólo como una célula del cuerpo social. ¿Tú no lo sientes así, Lenina?
Pero Lenina estaba llorando.
- Es horrible, es horrible - repetía una y otra vez -. ¿Cómo puedes hablar así? ¿Cómo puedes decir que no quieres ser una parte del cuerpo social? Al fin y al cabo, todo el mundo trabaja para todo el mundo. No podemos prescindir de nadie. Hasta los Epsilones...
- Sí, ya lo sé - dijo Bernard, burlonamente -. Hasta los Epsilones son útiles. Y yo también. ¡Ojalá no lo fuera!
Lenina se escandalizó ante aquella exclamación blasfema.

- ¿Es que tú no deseas ser libre, Lenina?
- No sé qué quieres decir. Yo soy libre. Libre de divertirme cuanto quiera. Hoy día todo el mundo es feliz.
Bernard rió.
- SI, hoy día todo el mundo el feliz. Eso es lo que ya les decimos a los niños a los cinco años. Pero ¿no te gustaría tener la libertad de ser feliz... de otra manera? A tu modo, por ejemplo; no a la manera de todos.
- No comprendo nada - dijo Lenina con decisión, determinada a conservar intacta su incomprensión -. Nada. - y prosiguió en otro tono -: Y lo que menos comprendo es por qué no tomas soma cuando se te ocurren esta clase de ideas. Si lo tomaras olvidarías todo eso. Y en lugar de sentirte desdichado serías feliz. Muy feliz - repitió.

La cita finalmente terminó como debía terminar. Pese a estas discusiones Lenina y Bernard se acostaron juntos. Era lo normal. Los condicionamientos enseñaban que retrasar el placer provocaba angustia e infelicidad, y ello perjudicaba a la Comunidad, por tanto, estaba implícitamente prohibido. Cuando Bernard trata de explicar a Lenina por qué habría querido esperar un poco más antes de mantener relaciones, nos ofrece la gran cita de la novela, una pregunta sin conestar.

- No dejes para mañana la diversión que puedes tener hoy - dijo Lenina gravemente.
- Doscientas repeticiones, dos veces por semana, desde los catorce años hasta los dieciséis y medio - se limitó a comentar Bernard. Su alocada charla prosiguió -. Quiero saber lo que es la pasión - oyó Lenina, de sus labios -. Quiero sentir algo con fuerza.
- Cuando el individuo siente, la comunidad se resiente - citó Lenina.
- Bueno, ¿y por qué no he de poder resentirme un poco?

Y así es, en efecto. Conociendo que la Sociedad no es más que una suma de individuos, resulta un terrible enigma sin respuesta por qué los individuos se subordinan a algo de lo que son dueños, que no existiría sin ellos.

5 comentarios:

Miguel Ángel dijo...

Es lo que la gente no entiende. Debemos ser felices "a nuestra manera" y no pensar tanto en el grupo. Actualmente hay muchas leninas por ahí. Desgraciadamente el mundo en el que vivimos se parece cada vez más a ese mundo feliz. Eso si, no me importaría nada que el retraso de los placeres estuviese prohibido :-D

Anónimo dijo...

Esta bien el libro, aunque me gustó mas 1984 de Orwell. Una cosa, esque ya no me acuerdo porque lo leí hace mucho, ¿Que se llamen Marx y Lenin-a los protas tiene alguna razón?

Miguel Ángel dijo...

Nada es casual.

Gonzalo Varo Ortega dijo...

Se corrobora el dato científico y empírico de que cada vez que hablo de Un Mundo Feliz alguien comenta algo de 1984. jeje

También aparece una niña llamada Poly Trostky.

Anónimo dijo...

Muy buenas mi nombre es Lenina Gallart..Me encanta!! lei un mundo feliz a los 16 años de hecho mi nombre salió de este mismo.Me gusta que se especule sobre mi nombre, tambien me identifico mucho con la personalidad de lenina crowne.Y quien sabe si de la ciencia-ficción hemos pasado a la realidad.Espero publicar mi libro en el que escasamente trabajo desde hace un mes,para mi es un proyecto de futuro muy especial. me encanta este blogger!!ánimo!