Tranquilamente, poco después de acabar las clases, salía yo de un centro comercial en el que había comprobado que por el White Album original de The Beatles se pedían más de 20€. Con la cartera aún al hombro, caminaba yo por una céntrica calle de la milenaria ciudad de Córdoba. Entonces, a mi derecha observé sentado en el suelo a un hombre con look de hippie sucio, el típico bohemio de ciudad que pide dinero para vivir.
Sus reclamos para que la gente le diera algo eran 4 cartelitos de cartón, colocados en el suelo. Cada cartel tenía una frase, anunciando en qué se gastaría el dinero en caso de dárselo. A saber, los carteles ponían: "Para vino", "Para whisky", "Para cerveza", "Para (más) cerveza". Yo casi me detuve delante, porque quería saber lo que pensaba al respecto, y si me pongo a meditar mientras camino, corro el riesgo de "atropellar" a alguien. Finalmente, sonreí, y retomé el ritmo. Una pareja sí se detuvo delante de aquél bohemio, mirándole con gesto extraño. Él les dijo:
- ¿qué pasa? Por lo menos son sinceros, y arranco una sonrisilla, que una sonrisilla bien vale una monedilla.
Y yo mentalmente le dí la razón. El hombre quería beber esa noche, y pedía a los demás que le ayudarana pagar las copas. El que quería, le echaba una moneda, y el que no quería, no. Sin embargo mucha gente le tomó como un ciudadano de segunda, sin principios.
Poco antes de aquello había salido yo de mi universidad, caminando, por la misma calle de siempre, y en el semáforo más cercano a la facultad estaba pidiendo limosna una mujer rumana, a todos los coches que allí paraban. Nunca me ha molestado, de hecho a los estudiantes que pasamos por allí ni se preocupa de pedirnos nada. Debe ser que somos unos tacaños. Siempre se pone en el mismo semáforo, y siempre guarda sus cosas (un bolso con una sudadera o algo así) tras un pequeño muro. En cierta ocasión no lo guardó bien y mientras pasé me fijé en que del bolso salía el cable de un aparato reproductor de Mp3. Pedía, "para comer", y tenía guardado un reproductor de Mp3. Nadie de los que le dan una moneda se preocupa de eso. No parece importarles en qué se gasta el dinero. Lo que me lleva a una conclusión lógica: la intención, al darle una limosna, no es ayudar al prójimo, ni mejorar la "sociedad", es simplemente acallar cierto sentimiento de culpa, sin preocuparse de si realmente se está ayudando al que lo necesita.
¿Por qué ese sentimiento de culpa? Porque puedo comprender que se desee ayudar y mejorar la vida de los demás, pero no puedo comprender que se dé dinero a alguien sin realmente saber si lo necesita o no. Al echar unas monedas, hay quién se considera mejor persona, sin preocuparse de nada más. Ese hombre es tan egoísta como el que no da nada. No le interesan los demás, sólo su imagen o su conciencia.
Si quieres hacer una obra social, asegúrate de que la haces a quién la necesita. Si no quieres hacer obras sociales, vete a cenar por ahí y estarás ayudando a un camarero a ganarse un sueldo.
Conclusión personal: no me importaría pagarle una copa al bohemio. Sí me importaría dar dinero a alguien que puede estar engañándome. No tengo sentimiento de culpa que acallar.
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6 comentarios:
Jose : Te deseo lo mejor en esta nueva etapa .
Un abrazo
Adalberto
Precisamente consiste en eso, la libre voluntad. Además, los rumanos son traídos por mafias, ellos comen todos los días, no piden por necesidad, sino porque si no les cortan los dedos.
Muy interesante este blog. Respecto a lo que planteas, estás muy en lo cierto. Eso de dar dinero a personas que supuestamente lo necesitan es para sentirse mejor con uno mismo, piensas que ya has hecho la obra social del día y te vas tranquilo. Pero la mayoría de las veces, no siempre es quien lo necesita el que recibe esa ayuda, a veces es un engaño del cual se hace participe, sólo para beneficencia propia. Es una cosa de imagen, de mejorar la reputación.
Saludos
La deuda externa es muy parecido a lo que dices. Perdonas la deuda pero los políticos antiliberales que gobiernan siguen viviendo del cuento y a costa del pueblo.
Saludos
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Los Vagos Vagabundos
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