sábado, enero 05, 2008

Día 43a: Mi muy manida teoría del tiempo en espiral.

El insomnio hay que aprovecharlo.
Aprendí en el instituto, que ahora echo de menos, que el tiempo no sólo es arena cayendo por un tubo o manecillas girando en un reloj, sino que se puede tener una filosofía de vida basada en cómo pensamos que varía el tiempo, en qué dirección, y que de hecho, las 2 grandes civilizaciones que influyeron en el pensamiento de lo que hoy se hace llamar Occidente (usar este término siempre con mucha cautela) tenían su propia idea de cómo el tiempo pasaba, y cómo hacía que los acontecimientos ocurrieran en una sentido o en otro.

Me enseñaron que en el mundo grecorromano, más en el "greco" que en el romano, el tiempo transcurría en círculos perfectos, y así los Dioses (Kronos, Dios del tiempo, padre de Zeus a la cabeza), ponían a los hombres y al mundo en su sitio una y otra vez por mucho que los acontecimientos parecieran señalar un cambio irreversible. Había cosechas en primavera y verano, mientras que en otoño e invierno, cuando Perséfone regresaba al inframundo, los campos quedaban arrasados e inservibles. pero el ciclo volvía a empezar al año siguiente volviendo todo a su lugar, y desapareciendo de nuevo.

El gran paradigma de esta filosofía lo encontraban los griegos en la Odisea, pues tras abandonar Ulises su reino, Ítaca, para luchar en Troya primero y vagar por el Mediterráneo después, el destino le devolvía, al tiempo, a su patria y a su posición. Como si nada hubiera pasado, durante esas décadas que estuvo fuera de su hogar. Como si sólo con respetar los designios de los Dioses bastara para volver siempre al origen.


La herencia judeo-cristiana (que, para el caso, lo mismo da lo uno que lo otro) hablaba más bien de un tiempo que transcurre en línea recta. Y, además de recta, ascendente, siempre hacia un destino mejor que el punto en el que te encuentres. Comenzando por la expulsiuón del Edén, pasando por la llegada del Mesías hasta el Día del Juicio, todo va poco a poco a mejor, y suponen los judeocristianos que al final el mundo será maravilloso y Dios nos dará la felicidad a todos (o al menos a todos los que la merezcan, y ya decide Dios quiénes son esos).

Coincidiendo esta forma de pensar con el desarrollo del acontecimiento más importante de la historia del "Pueblo elegido" (otro término que se debe usar con mucho cuidado), que sería el Éxodo de la esclavitud en Egipto a la libertad en Palestina liderado por Moisés. Con la ayuda de Dios y (sólo) siguiendo sus doctrinas llegaremos al Paraíso.

Por mi parte, yo pienso...

3 comentarios:

Oscar dijo...

Es un bucle, idiota!

Gaspar Duarte dijo...

Muy bueno. En verdad, se me ha hecho corto, pues este tipo de reflexiones dan para horas y horas de café y cigarrillos (sin pretender plagiar el título de ninguna película, cónstese).

No obstante, tengo una matización con rsepecto a la concepción del paso del tiempo legada de la tradición judeocristiana. Creo que más bien, desde su óptica, el tiempo se concibe como una parábola, es decir, dos puntos situados en una posición alta y fijos (dos extremos de la parábola, que aunque me salga algún quisquilloso y diga que es infinita, corresponderían a Dios), y un tramo central que desciende hasta su vértice, fruto del pecado, hasta volver a ascender, tras haber encontrado el camino de salvación (para los cristianos, me imagino que sería Jesucristo, a un nivel más personal de cada individuo, lo que fuere, ni lo sé ni me interesa).

El tiempo, así como podría entenderse, es entendido como algo "pasajero", como un nexo en el que el hombre se ha apartado de Dios y al que ha de volver en algún momento.

Y sí, dada esa descripción, mucho bucle como que no puede haber.

Gonzalo Varo Ortega dijo...

Esa concepción se ajustaría mucho más, desde luego, a la historia de la Humanidad que ofrece la Biblia partiendo de la creación del Edén y de la expulsión después del hombre.

El caso es que yo siempre he entendido la historia de Adán y Eva como una metáfora de por qué desde el inicio de los tiempos la Humanidad se tiene que enfrentar a peligros y problemas, más que como un verdadero comienzo de la Historia en un momento privilegiado para luego caer en la desgracia.

La Biblia, al igual que la mitología griega, gusta mucho de esas parábolas que hablan de un mundo paralelo ya existente para explicar tan sólo una característica del nuestro.

Todo es cuestión de considerar que esa parábola influyó realmente en el pensamiento de los judíos y cristianos o no. Yo personalmente no creo que casi nadie haya visto nunca a Adán y Eva como sus antepasados y el paraíso como su antiguo hogar al que algún día hay que volver. Pero puede ser, hay gente para todo (algunos incluso se creen que Dios creó al hombre hace 6 000 años...).