miércoles, marzo 12, 2008

Día 45. Seriedad, por favor.

No sé si lo de "un hombre vale lo que vale su palabra" es realmente una cita famosa o sólo me suena por parecerse a alguna otra. Pero viene siendo cierto. ¿No era más bonita y noble aquella época de la Historia en la que si se prometía o acordaba algo, y luego no se cumplía, ello suponía un menoscabo de la persona incumplidora?

Es decir:

"Allí estaré".
Y luego no está.

Antes: El que ha prometido ir, y no ha ido, ve perjudicada su buena o mala fama, y el resto del mundo recela de sus promesas en el futuro.

Ahora: El que ha prometido ir, y no ha ido, le cuenta a todo el mundo como ha pasado del tema y la gente se ríe de quien ha estado esperando por mantener su palabra.

Pues sí que está bien organizada la cuestión. Porque yo hoy que tenía una reunión y la he aplazado para poder ir a otra, concertada anteriormente, para que al final haya gente que considera que hacer esperar es un signo de distinción y gallardía en lugar de prepotencia, y que el incumplir una cita ofrece una imagen de ser trabajador e importante y no más bien un idiota incapaz de manejar una agenda.

Pero bueno, no se puede luchar contra lo imposible. Ahora está de moda en todos los ámbitos de la vida prometer una cosa, hacer otra, y ofenderse si te exigen responsabilidades. Habrá que aguantarse.