Pedirle el teléfono a una prima lejana a la que acabas de conocer y con la que no has hablado, sólo porque te gusta, eso es tener iniciativa.
O montarte un viaje de una semanita por Europa sólo porque te apetece.
Mi profesor de Dirección de Personal (llámese también "Recursos Humanos") ha ofrecido hoy una lista de métodos para incorporar trabajadores a una empres. Desde "Recomendación de un familiar o amigo" a "Anuncio en prensa" pasando por "Búsqueda en centros de estudios" para que valorásemos desde el punto de vista del empresario cual es el más adecuado.
El que he valorado mejor es "Iniciativa personal", a saber, el trabajador se pone en contacto con la empresa por iniciativa propia, entregando su currículo y solicitando el empleo en base a sus cualidades. Lo he valorado porque he supuesto un mínimo de interés y espíritu emprendedor a quién se toma las molestias de darse a conocer. después, el profesor nos ha preguntado a las 2 personas que habíamos valorado ese método más que ningún otro si habíamos hecho eso alguna vez, darnos a conocer a una empresa para solicitar empleo, prácticas o lo que fuera. hemos dicho que no.
- ¿Y como se explica que los 2 que más valoran ese método no lo usen?
- Así me aseguro de que no contrato a ninguno como yo.
Ha habido risas, pero no respuesta. estaba claro que tenía razón. Y luego me he preguntado qué parte de la vida, y del éxito personal y profesional correspondería a la iniciativa de cada uno ¿Mucho, un 80%? ¿El que se esfuerza lo suficiente puede llegar a cualquier parte? ¿O más bien un 5%, y vale más tener una cara bonita? Aún no he encontrado la respuesta, pensaré al respecto. Desde luego, el que no tenga ni una cara bonita, ni iniciativa, lo lleva jodido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario