Varias veces en el pasado me he preguntado qué es lo mejor y lo peor que he hecho en mi vida. Mayores aciertos y errores, hitos y fracasos.
En el aspecto negativo he llegado a una conclusión y creo tener 2 o 3 errores/fracasos casi igualados, lo suficientemente frustrantes como para constituir una respuesta válida.
No así en lo positivo. Cuando me lo planteé, nunca encontré ningún éxito de la importancia relativa necesaria para adjudicarse el título. Y acabé dejando el tema.
Pero el otro día me lo preguntaron. "¿Qué es lo mejor que has hecho en tu vida?". En una entrevista de trabajo. Es decir, que debía responder. Y no se refería sólo al tema profesional. Lo pregunté.
En los pocos segundos que tuve para pensar, mi cerebro dió un rápido paseo por varias docenas de recuerdos. El primero, de la última vez que yo mismo me había cuestionado eso mismo, y había abandonado el tema sin respuesta. "Maldito Gonzalo del pasado", pensé. El segundo recuerdo fue cuando, teniendo yo 13 años y jugando de portero en el peor equipo de fútbol de categoría infantil de la provincia de Huelva, paré a mano cambiada un trallazo que iba directo a la escuadra, en un partido que ya perdíamos 8 o 9 a 0. También me vino a la mente un recuerdo que no detallaré referente a una mujer, a mentir como un bellaco, y a que no te pillen. Después recordé un día 1 de mayo, domingo para más señas, en el que mi (ex)jefe me despertó bien pasado el mediodía porque el sistema informático de las cajas del restaurante donde trabajaba se había caído, con 100 o 120 clientes allí, y fui y entre el informático y yo conseguimos reiniciar y actualizar el sistema a contrarreloj. Supongo que recordé aquello porque fue la priemra vez que sentí orgullo de profesional por un trabajo bien hecho. Después evoqué el día que soporté 5 horas de autobús entre ida y vuelta sólo por pasar un rato no más largo de una hora con una chica. Y cuando me planté en León para hacer el Camino de Santiago, solo, sin preparar, y casi sin información de hacia dónde debía andar.
Obviamente de todo aquelo lo único aceptable como respuesta era la anécdota de la caída del sistema informático, pero rápidamente la descarté por nimia y por no parcer un pedante, que no lo soy.
Así que exigí a mi cerebro que diera otra vuelta de tuerca, sólo que esta vez entendió mal el mensaje y se dedicó a pensar en negativo, es decir, todo aquello que no había hecho, pero que habría sido una buena respuesta. Recordé que Nino Bravo dijo en cierta ocasión que de su biografía destacaría haber tenido una hija, y su fuerza de voluntad. Yo carezco de ambas. Nunca he escrito un libro tan bueno como La Ley de la Sierra ni compuesto una canción tan buena como Once upon a Time in the West. Ninguna novia me ha durado más de 6 meses y creo, con sinceridad, que no he hecho feliz a nadie sino en momentos puntuales. No he ganado ningún torneo de ajedrez ni una medalla olímpica, y nunca lo haré.
Resumiendo: unos 4 o 5 segundos después de que me preguntaran que era lo mejor que había hecho en mi vida, respondí: "Eso no te lo sabría decir ahora mismo".
Pasé la entrevista.
Pero me quedó un eco interior inquietante que no dejaba de repetirme que ya era hora de ponerse las pilas.