martes, febrero 04, 2014
Día 50. "¿Qué es lo mejor que has hecho en tu vida?"
viernes, octubre 18, 2013
Día 49. Vocación ahogada nº 1.
Si en Alta Fidelidad Rob situaba entre sus 5 trabajos ideales ser reportero de la Rolling Stone en los 70's por los discos gratis y la posibilidad de conocer a las estrellas, yo me conformaría, creedme, con ser crítico. Al menos desde el '64 (para escribir acerca de The Sound of Silence y vivir el crecimiento de The Beatles) hasta los 80's (para razonar por qué The Clash eran mucho mejores que Sex Pistols, y como se podía compaginar seguir estos dos grupos con amar a Mark Knopfler). Y todo esto desde un cómodo sofá. No necesito conocer a las estrellas. Me bastaría con los discos gratis.
Quizá en otra vida.
sábado, diciembre 13, 2008
Día 48. Pesadilla.
Soñaba que se encontraba abandonado en el mar, en plena noche, bajo un cielo negro, irreal.
Despertó cuando fue consciente, durante un segundo, de que estaba a punto de morir ahogado. Había tragado demasiada agua. Quizá su hermano mayor le había tirado en cubo de agua a la cama, como broma estúpida. Entonces notó que no sólo estaba mojado, sino sumergiéndose, ahogándose realmente. Braceó con desesperación hacia la superficie. No podía ver nada, los ojos le escocían por la sal y, aunque era capaz de entreabrirlos, la sombra no le permitía ver nada. No había luz de Luna, que debía ocultarse entre las nubes, muy negras, ni tampoco faros de barco desde el que pudiera haber sido arrojado. Estaba allí, solo, en la mayor oscuridad que nunca hubiese contemplado, desnudo y arrojado al mar. Debía ser el mar. Las olas eran altas, muy altas, le arrastraban hasta el fondo cada pocos segundos haciéndole tragar agua salada, cerrándole los ojos y taponándole los oídos. Comenzó a llorar con rabia y miedo. Y sus ojos se irritaron aun más. Quería despertar. El pavor comenzaba a impedirle moverse y nada tenía sentido. Unos segundos antes estaba durmiendo en su cama tranquilamente y no podía haber llegado hasta el centro del océano en mitad de la noche por arte de magia. Volvió a hundirse durante unos segundos, arrastrado por una gran ola, y vio entonces que la muerte estaba ya allí, esperándole a pocos metros, bajo el mar. Pero decidió no rendirse y luchar, o quizá no decidió nada, y fue su instinto el que le obligó a nadar hacia la superficie de nuevo, a mover las piernas desesperadamente, y quizá fue su instinto el que pedía auxilio a gritos por su boca mientras las lágrimas inundaban su rostro y caían al mar, perdiéndose para siempre. Así, por ira o instinto, se mantuvo unos minutos, agitándose sin control para no acabar ahogado, chillando y rezando a la vez, mientras sentía como algo le rozaba los pies. Algas o peces, pensó, y puede que acertara. Hasta que después de una eternidad de lágrimas y agua salada, un fuerte tirón le arrastró varios metros hacia el fondo. Luchando con las pocas fuerzas que le quedaban, volvió a nadar hacia arriba, y llegó cuando no le quedaba ya más aire en los pulmones. Juraría que una mano, fría y huesuda, le había asido el tobillo, y eso era lo que le había hundido. Pero era imposible. Volvió a chillar, una vez más, de terror, antes de volver a ser arrastrado hacia el fondo del mar, para nunca regresar.
Y tampoco en aquél último instante comprendió cómo, o por qué.
martes, noviembre 18, 2008
Día 47. 500 palabras sobre la Libertad
Sobre la Libertad
Partiendo de una definición que puede ser tan simplista como correcta, Libertad es Capacidad. Y Capacidad es ausencia de límites. Por tanto, la Libertad es la ausencia de limitaciones. La Libertad de Pensamiento se ejercita eligiendo y la Libertad de Acción, actuando.
Se debe, por tanto, estudiar los límites de nuestras capacidades de pensamiento o actuación para poder determinar cuan libre somos en realidad, ya que entre los límites de una jaula de oro se puede ser feliz, sabio, justo, equitativo… pero no libre. O al menos, no tan libre como se es cundo la puerta de esa jaula permanece abierta para poder entrar o salir.
De los límites físicos.
Supongamos que elegimos hacer algo de ejercicio. Correr un poco. Por cualquiera que sea nuestra motivación (es nuestro deber, lo mejor para alcanzar la felicidad, lo más útil para la Humanidad, simplemente nos apetece…) esa y no otra es nuestra libre elección. Supongamos ahora que nos encontráramos rodeados de arenas movedizas ¿Seríamos libres de correr? Esa es nuestra libre elección y estamos decididos a hacerlo. Y, ni intentándolo con todas nuestras fuerzas lo lograríamos. Nadie diría, por tanto, que alguien inmerso en unas arenas movedizas es libre de correr. Si acaso, de intentarlo. La causa evidente de esta falta de libertad, de esta ausencia de capacidad es un límite físico externo. Algo tan banal como puede ser una montaña, un océano o simple barro puede limitar y en efecto limita la libertad humana.
Volvamos a nuestras ganas de correr. Ahora nos encontraríamos ante un sendero bien iluminado y llano, con buen clima y perfecto para hacer deporte. Pero, por un azar del destino o de la ciencia, hemos nacido parapléjicos ¿En este caso somos libres de correr? Y ninguna fuerza externa limita nuestras capacidades físicas sino que ellas mismas no alcanzan a realizar todo lo que nuestro libre pensamiento puede elegir.
Se puede decir, por tanto, que actuamos siempre en base a unas capacidades físicas propias limitadas por la Naturaleza.
De los límites intelectuales.
Del mismo modo que nuestros músculos y los muros definen por dónde podemos correr, por dónde no, y por cuanto tiempo, no toas las elecciones se encuentran al alcance de todos los intelectos. Por desconocimiento se eliminan, a menudo, más opciones de elección/acción que por limitaciones físicas. Pero no debe creerse que este límite intelectual consiste en la incapacidad mental para llevar a cabo una decisión tomada, es, por el contrario, la incapacidad para tomar esa decisión en sí misma, por ignorancia de las opciones asumibles, lo que define la falta de libertad intelectual. El español, afecto a la buena cocina mediterránea que decide cierta noche cenar sushi y no lleva a la práctica su elección por falta de conocimientos prácticos sobre “cómo hacer” no es menos libre intelectualmente que el cocinero japonés. Ya que sus posibilidades de elección a la hora de tomar una decisión son las mismas.
Debe entenderse por tanto que aquél que conoce la elección ideal para cada situación, pero no cómo aplicar esta elección, no sufre de limitaciones intelectuales, sino físicas.
Sin embargo, y continuando con el ejemplo culinario, las opciones entre las que optaba a la hora de elegir su cena un americano precolombino y las de un estadounidense d hoy no son las mismas. Hoy se es más libre de elegir (de realiza un proceso intelectual de elección, se entiende) una cena ya que, en general, se conocen más alimentos que hace 600 años. Y, no por ello, se toman mejores decisiones (como queda comprobado), porque la Libertad no conduce necesariamente a la eficiencia o al progreso.
Se puede decir, por tanto, que elegimos siempre a partir de un catálogo de posibilidades que se nos presenta como límite máximo, según unos razonamientos y motivaciones que orientan nuestras elecciones hacia resultados más o menos eficaces y más o menos éticos, pero sin afectar a nuestra libertad, que viene determinada por el catálogo de posibilidades que conocemos.
De la Libertad Mínima y la Libertad Máxima, y la influencia en ellas del avance tecnológico.
Habiendo definido los límites de la nuestras capacidades, podemos encuadrar la Libertad individual dentro de unos límites mínimos y máximos.
Por límite mínimo, o Libertad Mínima, podría entenderse todo aquello que una determinada persona puede elegir siempre, o puede realizar siempre, cualesquiera que sean las limitaciones externas que se le impongan.
Existe un pasaje en El Ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha en el que un mozo es castigado a dormir una noche en prisión, y, al escuchar la sentencia, replica al juez: “Por grande que sea vuestro poder, ¿será vuestra merced capaz de hacerme dormir si yo no quiero?”. Este pasaje constituye un ejemplo perfecto de Libertad Mínima. Aquello contra lo que no hay limitaciones posibles, las cualidades humanas tan personales e individuales que para ellas no existe forma conocida de manipulación.
Por límite máximo, o Libertad Máxima, han de entenderse las limitaciones externas, generalmente impuestas por la Naturaleza, no por el Hombre, para las que no existe forma conocida de superarlas. Los viajes a otros sistemas planetarios podrían ser un ejemplo de límite máximo ya que no sólo resultan algo inaccesible a una persona común, sino que no existe medio conocido de alcanzar ese objetivo.
Los avances tecnológicos, como se puede apreciar fácilmente, afectan a la Libertad de las personas modificando las barreras máximas y mínimas de nuestras capacidades, ampliando el margen existente entre ambas.
Hoy es posible, realmente, hacer dormir a alguien que no lo desee. Se ha rebajado el límite mínimo de la Libertad humana hasta reducirlo a su mínima expresión. Quizá sólo el reconocimiento de uno mismo y la capacidad de sentir ilusión o miedo en cualquier situación constituyen hoy aquello tan privado que es inaccesible a los demás por muchos medios de los que estos dispongan.
Por otra parte, la Ciencia y la cooperación humana han elevado los límites máximos de la Libertad hasta puntos que serían inimaginables para el hombre que sólo dispusiera de sí mismo. Se remedian defectos físicos que no hace mucho limitaban tanto las capacidades humanas que impedían que las personas vivieran libremente una vida digna. Se han superado casi todo tipo de barreras naturales y hoy el hombre es libre de elegir viajar a cualquier parte del planeta e incluso salir de él. Y los límites de la Libertad Máxima continúan aumentando tanto como los de la Libertad Mínima disminuyen.
Cada día estamos más cerca de poder realizar todo lo imaginable, excepto protegernos de aquellos que pueden realizar todo lo imaginable.
martes, julio 01, 2008
Día 46: Ayudas.
La cuestión es: ¿Cómo se ha llegado a un precio de la gasolina de 1'41€/l? ¿Cómo se ha llegado a alquileres a 1000€? ¿Quizá se trata de bienes escasos? No, y cada vez menos escasos, diría yo, tras el boom inmobiliario y los descubrimientos de nuevos yacimientos petrolíferos cada año. Se ha llegado a esos precios, simplemente, porque hay gente, mucha gente, dispuesta a pagar tanto por esos bienes. El motivo por el que la gente está dispuesta a pagar 1000€ por un alquiler o 1'41€ por un litro de gasolina pueden ser discutidos desde puntos de vista técnicos (falta de sustitutivos o desconocimiento acerca de esos sustitutivos) o morales. Pero en los motivos no voy a entrar, y menos aún en los morales.
Pero, si hay oferentes dispuestos a vender a esos precios y demandantes dispuestos a pagarlos... ¿Cómo influyen las ayudas al consumo? Muy sencillo: Aumentan los precios en una cuantía prácticamente idénmtica a las ayudas. El día que se otorgaron las primeras ayudas de 200€ del Gobierno a los (algunos) jóvenes los precios de los alquileres subieron esa cantidad aproximadamente. ¿Por qué? Por pura lógica. Lo extraño sería que no ocurriese. El oferente es consciente de que el demandante puede hacer frente al precio sin ayudas, puesto que lo viene haciendo desde tiempo atrás así que ¿Qué motivo hay para no subir el precio y beneficiarse de la ayuda extra que ha recibido nuestro cliente? Si Pedro podía pagar el mes pasado 1000€ y ahora sé que le dan 200€ extras sin duda podrá pagar 1200€. El hecho de que las ayudas sean generalizadas lo únco que posibilita es que el casero tenga la posibilidad de echar al inquilino que no acepte la subida del precio y buscar a otro de los miles de beneficiarios de las ayudas que sí esté dispuesto a aceptar el nuevo precio. Lo mismo respecto de las gasolinas. ¿Quién evitará que suban el gasóleo 20cts el día que esta ayuda llegue a los agricultores?
Por lógica y teoría económica, un aumento generalizado de la renta del consumidor provoca, sin remisión, un aumento del precio al que está dispuesto a adquirir los mismos productos que adquiría antes más baratos.
Las ayudas no sirven. Al menos las de este tipo.
Puestos a intervenir, si esto es lo que se desea, sería bastante más útil actuar sobre las barreras de entrada al sector para nuevos oferentes porque, a más dispuestos a vender, precios más bajos. Pero este también es otro tema.
martes, abril 08, 2008
miércoles, marzo 12, 2008
Día 45. Seriedad, por favor.
Es decir:
Antes: El que ha prometido ir, y no ha ido, ve perjudicada su buena o mala fama, y el resto del mundo recela de sus promesas en el futuro.
Ahora: El que ha prometido ir, y no ha ido, le cuenta a todo el mundo como ha pasado del tema y la gente se ríe de quien ha estado esperando por mantener su palabra.
Pues sí que está bien organizada la cuestión. Porque yo hoy sí que tenía una reunión y la he aplazado para poder ir a otra, concertada anteriormente, para que al final haya gente que considera que hacer esperar es un signo de distinción y gallardía en lugar de prepotencia, y que el incumplir una cita ofrece una imagen de ser trabajador e importante y no más bien un idiota incapaz de manejar una agenda.
Pero bueno, no se puede luchar contra lo imposible. Ahora está de moda en todos los ámbitos de la vida prometer una cosa, hacer otra, y ofenderse si te exigen responsabilidades. Habrá que aguantarse.
lunes, febrero 18, 2008
Día 44. "Carpe diem" y otros típicos tópicos.
Haz caso a todos esos típicos tópicos. Ya sabes, Carpe diem y todos los que de él se derivan. Normalmente no valen para más que vender unas zapatillas nuevas de Nike o un coche de alta gama de esos que puede que nunca nos podamos comprar. Pero en el fondo, y por mucho que nos joda, esos tópicos son ciertos.
Amigo mío, nunca seremos tan jóvenes como ahora (otra frase hecha, también cierta sin discusión) y en el futuro echaremos esta época de menos, la época en la que estamos más cerca de los 20 que de los 30, en la que ya hemos vivido bastante como para no ser muy ingenuos pero no demasiado como para estar cansados. Manda a tomar por culo las obligaciones y vive. Una asignatura difícil no te puede coartar tu juventud. Los buenos apuntes que puedas tomar acabarán perdidos en un archivador lleno de polvo. Unos padres estrictos no pueden coartar tu juventud. Seguirán siendo tus padres aunque les decepciones o grites o jures en arameo. Y dentro de 10 años no te querrán ni apreciarán menos por el hecho de haberte enfrentado a ellos cuando tenías que hacerlo. Tu vida es tu vida, no la que tus padres quieren para ti. Las horas delante de la videoconsola no pueden coartarte tu juventud. Lo que hoy puedes ver como horas de entretenimiento gratis te juro por lo más sagrado que las verás dentro de unos años como tiempo perdido. No permanecen. Se pierden y uno se pregunta como ha podido perder el tiempo de esa manera.
El peor error de mi vida, y cualquiera que me conozca flipará bastante al leer esto, fue decirle a una chica de mi clase, en 4º de ESO, que no quería ir a un botellón que había organizado. Ella no me caía muy bien, y sus amigos tampoco. Si hubiera ido, probablemente no me lo habría pasado bien... ¡Pero uno siempre tiene la oportunidad de no repetir errores, y de probar otros nuevos, y algún día algo que creyeses que era un error seguro, quizá se convierta en el mejor día de tu vida! ¿No lo ves? Si dejas pasar las oportunidades con pequeños fallos esperando a que llegue la oprtunidad perfecta, al final no sólo no llega la perfecta, sino que las imperfectas también dejan de venir.
¿Más vale pájaro en mano que ciento volando? ¡Y un cuerno! Cojamos una escopeta de perdigones y vayamos de caza, que más de un pájaro caerá. Y si no caen, habremos echado un día de caza entre amigos. Y habrá más días. Si no salimos a buscarlos, no habrá más que un día, porque todos serán iguales.
No me arrepiento del día que le dije a una chica que la quería de protagonista en mi vida a sabiendas de que ella no pensaba lo mismo. Ni me arrepiento de la vez que me emborraché y vomité en casa de un amigo y después tuve tal cargo de conciencia que no pude quedarme y me fui a mi casa con la cabeza agachada. Tampoco me arrepiento de que el año pasado fuese el que más he llorado de mi vida. Al contrario. Nunca me perdonaré el haber tardado tanto en vivir todo eso.
Porque es mejor vivir malas experiencias que no vivir. Porque vale más arrepentirse de un error que de no hacer nada.
Amigo mío, si dejas que las obligaciones de los 20 años te coarten, ¿no harás lo mismo con 30, 40 o 50? ¿Y cuándo vivirás?
Compañero, mi consejo no es que si un amigo tuyo te propone un plan lo aceptes aunque tenga pegas. Mi consejo es que lo aceptes incluso si te lo propone tu peor enemigo.
Dedicado a legionem, aunque estoy convencido de que ya no me lee.